Aquél individuo tropezaba más de dos veces en la misma piedra. Y volvía a tropezar, y otra vez y otra vez. Parecía que su vida iba cogida de la mano de la mala suerte que llevaba cara de buenos amigos. La suerte se convertía en una bella mujer hipócrita que hipnotizaba con su mirada pero que solo ofrecía engaño. Además parecía no existir. Pero se le aparecía en forma de ilusión y cada vez se esfumaba entre metas que se proponía y pequeños proyectos que parecían ir encaminados. Los empezaba y siempre había alguna cosa que impedía que salieran bien. Y al principio pensaba que lo bueno estaba por llegar. Los años, pero, le daban la razón al completo. Lo bueno a lo mejor no llegaría. Solo le faltaba por conocer a un amigo que otros ya tenían el honor de conocer: el positivismo. Sabía que si lo conocía su vida, por miserable que fuera, tomaría un rumbo diferente. Sonreiría porque sí, sin saber ni la razón por la cual lo estaría haciendo. Moriría sonriendo, sabiendo que había aprovechado la vida.
Todo el mundo debería cerrar los ojos un segundo y plantearse qué ha venido a hacer aquí.
A vegades paguen justos per pecadors.. a vegades simplement la vida és injusta.. però per sort encara queda gent bonica al món, gent d'aquella que lluita pel que creu sense fer mal a la gent q l'envolta, gent honesta i sincera i humil que no s'amaga rere màscares. gràcies per ser una d'elles ;)
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